martes, 10 de mayo de 2011

Que tiene más de mí que yo misma.


Se sumió en un largo silencio y cuando busqué su rostro en la oscuridad lo encontré cortado de lágrimas. Sin saber bien lo que hacía me arrodillé junto a él y le abracé. Permanecimos así, abrazados en aquella silla, hasta que nos sorprendió el alba. Ya no sé quién besó primero a quién, ni si tiene importancia. Sé que encontré sus labios y que me dejé acariciar sin darme cuenta de que también yo estaba llorando y no sabía por qué. Sólo sé que aquellas dos semanas que pasé con él fueron el único momento de mi vida que sentí por una vez que era yo misma, en que comprendí con esa absurda claridad de las cosas inexpllicables que nunca podría querer a otro  hombre como le quería a él, aunque pasara el resto de mis días intentándolo..


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